Sigmund Halstuch nació en Czortków, Polonia. En el Holocausto, Sigmund perdió a la mayor parte de su familia, de sus amigos y conocidos; él junto a su madre lograron sobrevivir. Salieron de Polonia gracias a los rusos, intentando llegar a Israel. Pero, luego de un largo tiempo, el destino que escogieron fue Colombia, donde el hermano de Zelda, su madre, vivía junto a su familia. Él siempre tuvo un pensamiento positivo, le decía sí a la vida, aunque su madre estaba bastante deprimida. Gracias a su optimismo, él fue capaz de contarnos la historia de su vida durante el Holocausto. Por eso, se quiere conmemorar su vida, para que ese pensamiento positivo no se pierda, para que ese optimismo se transmita y que entiendan que los obstáculos por más difíciles que sean, se pueden superar.
De los horribles recuerdos que Sigmund tiene del ghetto, algunos fueron contados por Adam: “a propósito de mi hermano, las historias que contaba eran espeluznantes: una vez nos contó que cerca de donde él trabajaba había un parque y, allí, un alemán cogía a los niños chiquitos de los pies, y les rompía la cabeza contra el piso” (Halstuch, 2013).
Como se dijo anteriormente, su tía Sima, la hermana de Zelda, era doctora, aunque durante el Holocausto ella no pudo ejercer su profesión. A mediados de septiembre de 1942, Sigmund sufrió de apendicitis. Zelda habló con algunos amigos y colegas de Sima para que lo operaran, ellos aceptaron, aunque ellos sabían el riesgo que estaban corriendo. Sigmund y su madre se fueron al hospital, dejando a Adam solo en el ghetto. Durante la cirugía, los doctores solo utilizaron poca anestesia por la dificultad para conseguirla, por eso Sigmund se despertó durante la misma pero debido al dolor, se desmayó. Él recuerda el miedo que sentía al tener un nazi en la habitación durante su recuperación, ya que si él veía que era circuncidado, no solo lo mataría a él y a su mamá, sino que también a los doctores que le hicieron el favor de operarlo.
Cuando regresaron al ghetto, se dieron cuenta de que se habían llevado a Adam. Por las cartas que él les mandaba, se enteraron que él fue llevado a Lwow, un campo de trabajo forzado. En estas, él les pedía comida. Solo en muy pocas ocasiones lograron mandarle. Gracias a alguien que logró escapar, se enteraron que un día tomó agua sucia y se enfermó de tifus, por esta razón lo mataron. Las personas que sobrevivieron a este campo fueron llevadas a Belzec.
La señora que manejaba el laboratorio de Czortkow les dió cápsulas de cianuro, un veneno, que dependiendo de la cantidad consumida puede causar la muerte a cualquier organismo. Zelda quería tomarse el veneno, ella no logró superar la muerte de su esposo y la de su hijo, aunque Sigmund no la dejó, él si quería vivir.
Otra amiga de Sima, una dentista, le comentó a Zelda sobre un paciente, un campesino polaco que quería esconder judíos. Zelda salió de ghetto para hablar con él, y aceptó esconderlos. En una noche de junio de 1943, los dos escaparon el ghetto en camino a su salvación, el campesino les había preparado debajo de su cama, un túnel en el que se escondieron, de vez en cuando les llevaba comida, pero no lo hacía cuando peleaba con su esposa, ella era ucraniana y antisemita, y no estaba de acuerdo en esconderlos. Estuvieron diez meses en ese lugar, escondidos, no salían, no se bañaban, la única vez que pudieron limpiarse fue cuando el campesino les llevó dos baldes con agua, y según Zelda eran vísperas de Yom Kipur.
En marzo de 1944, el campesino les avisó que los rusos habían llegado, Sigmund y su madre salieron de su escondite, pálidos y delgados. El ejército ruso los llevó a su casa, en donde el único que los recibió fue su perro Psipsi, se reencontraron con pocos amigos y conocidos que también lograron sobrevivir.
Se quedaron en Czortkow por un tiempo, pero debido a que los alemanes regresaron, ellos huyeron hacia la frontera rusa. Viviendo de casa en casa donde les dieran posada y comida, lo hospedaban por diversas razones, algunos por miedo y otros por arrepentimiento. Cuando pudieron regresaron a su ciudad y posteriormente se dirigieron a Cracovia, donde se pusieron en contacto con movimientos sionistas porque su intención era radicarse en Palestina. Ellos les ayudaron a trasladarse a Checoslovaquia con documentos falsos que mostraban que eran griegos, de ahí se dirigieron a Alemania, donde estuvieron dos años con un grupo de jóvenes judíos de Hashomer Hatzair y grupo de diferentes partidos políticos cuyo fin era hacer alía. En este campamento habían integrantes de varios partidos políticos y se localizaba en una finca que, anteriormente, perteneció a un grupo de juventudes hitlerianas. El estado de salud de Zelda no era el adecuado para poder viajar a Israel porque en ese tiempo la inmigración se debía hacer ilegalmente en condiciones muy difíciles. El barco, donde viajaban algunos de sus amigos fue desviado a Chipre, es muy probable que Zelda no hubiera podido resistir ese viaje.
Gracias a un tío que vivía en Palestina, los familiares que vivían en Colombia se enteraron de que Zelda y Sigmund habían sobrevivido, y ellos se encargaron de conseguirles las visas colombianas, pero para poder tenerlas debían viajar al consulado más cercano, y este estaba localizado en Suiza. Hacia allá viajaron y se encontraron con Shlomo Zvi, su tío, Malca, la esposa, e Ilana, su prima. Estuvieron ahí por un corto tiempo, y luego se dirigieron a Italia, porque de ahí zarpó un barco de carga que los trajo a La Guaira. En avión viajaron a Curazao y posteriormente a Barranquilla. Finalmente, a finales de 1947, arribaron a Bogotá, la ciudad que por un par de años se convertiría en su hogar.
En el año 1947, dos años después de finalizar la guerra, Sigmund junto a su madre, sus tíos y su prima, llegan a Colombia. Se establecieron en la casa del hermano de Zelda, el tío Ezequiel “Chaskel” Finkelman, quien tenía una compañía exitosa de importaciones. Él les dio posada en su casa y para que estuvieran cómodos les construyó un pequeño apartamento sobre el garaje de la casa. Sigush, como le decían sus tíos, trabajó junto a Ezequiel y al mismo tiempo estudiaba contabilidad y comercio en un instituto en el centro de Bogotá.
Al poco tiempo de la independencia del Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948, su tío Shlomo Zvi (Junior), su esposa y su hija, Ilana, regresaron a Israel. El 12 de enero de 1955, su madre, Zelda, fallece, ella nunca logró superar la pérdida de su hijo y de su esposo. En cambio, su hijo se adaptó muy bien, aprendió español y olvidó el polaco, consiguió muchos amigos, fue parte del primer grupo juvenil sionista de Bogotá, en otras palabras, se integró muy bien en la vida comunitaria. Por su pasión por la pesca, Sigush viajó mucho con su tío y con sus amigos, por eso conoció gran parte del territorio colombiano, viajaba mucho al embalse del Neusa, a la laguna de Tota, a los Llanos Orientales y a Bahía Solano. Por el otro lado, debido a su trabajo, Sigmund viajaba mucho a Cali y a Buenaventura.
En los últimos días de diciembre de 1959, durante la feria de Cali, Sigmund estaba en uno de sus tantos viajes de trabajo y conocé a Riquel Ghitis. Pero no fue hasta junio de 1960, donde realmente conectaron, cuando ella viajó a Bogotá y se encontraron por pura casualidad un domingo en un pequeño restaurante. Sigmund se acercó y le pidió su numero para poder mantener el contacto. Tuvieron una relación a distancia, hasta el 11 de marzo de 1961, donde finalmente se casaron. La ceremonia tomó lugar en Cali, en la sinagoga “Sociedad Hebrea de Socorros”, el Rabino Brecher fue quien oficializó la unión.
El 9 de abril de 1963, le dan la bienvenida a su primer hijo, Carlos (Kalman ben Zalman), nombrado por su padre Karol. Dos años más tarde, el 12 de marzo, es el nacimiento de su segundo hijo, Abraham (Abraham ben Zalman), en honor a un tío. Finalmente, el 26 de julio de 1969, nació su hija, Zelda “Zelde” (Zelda bat Zalman), nombrada por su abuela, la madre de Sigmund. En enero de 1970, la familia Halstuch, y Bingo, su pastor alemán de color negro, se trasladan de Cali a Bogotá, debido a que Ezequiel estaba enfermo y necesitaba ayuda en la compañía. Sus dos hijos, estudiaban en el colegio Jorge Isaacs de Cali, pero al mudarse a Bogotá, fueron matriculados en el Colegio Colombo Hebreo, donde Sigmund fue parte de la junta por algunos años. Le transmitió a sus hijos el amor por Israel y por la comunidad a tal punto que sus tres hijos participaron en el movimiento juvenil judío Kineret y en el equipo de Federación (FEDE). Abraham fue presidente de Federación y posteriormente de Macabi Colombia.
Eventualmente, sus hijos entraron a la universidad, luego se casaron y tuvieron hijos, para un total de 8 nietos. En varias entrevistas que se le hicieron a Sigmund él afirma haberle ganado a Hitler, debido a que lo que él quería era elminar al pueblo judío y lo que hizo Sigmund fue continuar con este, transmitirlo y defenderlo. Sigmund siempre dijo que al hacer una familia judía él logró vencer los deseos de Adolf Hitler.
En febrero de 2019, Lisa encontró a Barbara Timmerman quien es especialista en excursiones judías en Viena. Ella junto a Joel Halstuch, fueron al cementerio y limpiaron la tumba del abuelo de Sigmund. Posteriormente, Lisa encontró el registro de civil de nacimiento de Karol y de sus hermanas, así sabían a cuál Josef David Halstuch debían buscar. Utilizando JOWBR (Jewish Online Worldwide Burial Registry), Lisa encontró el registro de fallecimiento de Josef David, en este salía que Kasriel Halstuch era su padre. Por esta base de datos de JewishGen.org lograron ubicar la tumba de Moisés Halstuch, hermano de Kasriel, y de Sara Sofia Halstuch de Straus, hermana de Karol. Barbara y Joel regresaron al antiguo cementerio judío y encontraron la tumba de Moisés, en ella estaba escrito que Moisés es de la tribu de Levi, lo que significa que Kasriel y su descendencia también lo son, por eso Sigmund y su familia también son Levitas.
Barbara y Joel Halstuch, visitaron el museo judío de Viena, el Israelitische Kultusgemeinde Wien “IKG Wien”, y en los archivos confirmaron la muerte de Rela y Clara Halstuch, las hermanas de Karol, en el ghetto de Izbica. También que Sara Sofia Halstuch, otra hermana de Karol, sobrevivió a la guerra y se casó con Abraham Leib Straus, con quien
tuvo dos hijos, Eduard y Lilly.
Sara Sofia murió en 1938, en el mismo año que Eduard se mudó a Palestina y cambió su nombre a Eliyahu Ashtor. Fue profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalem, e hizo intercambios en la Universidad de Sorbona entre los años 1967-1968, en Harvard entre 1968-1969 y en Suiza desde 1972 hasta 1973. Siguió trabajando en la Universidad Hebrea de Jerusalem hasta que falleció en 1984.
Él se especializó en leyes islámicas y enseñó cultura islámica. El primer doctorado que escribió fue sobre los mamelucos en Egipto. Eliyahu, estando en la biblioteca del Vaticano, se encontró con un colombiano y le envió una postal a Sigmund. Lia Halstuch contactó a varios estudiantes de Eliyahu quienes actualmente son profesores, ellos lo describieron como el investigador pionero de la historia de los judíos bajo los mamelucos. Algunos de esos profesores son Benjamin Kedar, Miriam Frenkel, Joseph Drory y Lavi Shay. Uno de ellos le comentó que Eliyahu Ashtor se casó dos veces pero que del primer matrimonio nació Alexander Ashtor, quien murió en 1995, él se casó con Alla Ashtor, quien vive en Toronto y tienen dos hijos, Ghila y Alon. En el verano del 2019 la familia Halstuch conoció a Alla, y pudo conocer mas de cerca a Eliyahu y su hijo Alex…. La genética no se puede negar!!!!
Por otro lado, Lilly Straus fue liberada de Terezin el 30 de mayo de 1945. En 1946 ella estaba registrada en una casa para sobrevivientes en Viena. En septiembre de 1947, Lilly viajó a Brno, República Checa, por un mes, volvió a Viena y en diciembre se mudó de manera definitiva a Brno, se casó el 23 de ese mismo mes con Otto Frankl. Ella falleció en 1976.
Por qué deberíamos recordar esta historia?, ¿por qué es importante para el pueblo judío?
Por un lado, la Torah nos dice que debemos recordar, por el otro, es nuestro deber, como seres humanos, no olvidar este atroz suceso que ocurrió hace casi 80 años. Donde aproximadamente cincuenta millones de personas perdieron su vida, de estos, un tercio del pueblo judío, 6 millones, fueron brutalmente asesinado en tan solo 6 años. El problema con ese número es que no podemos asimilar la cantidad de personas, para que podamos dimensionar esta cifra, imaginémonos que eliminaramos del mapa a Medellín y a Bucaramanga.
En Czortkow, una pequeña ciudad polaca de los tantos que existían, de diez mil judíos, solo sobrevivió el uno por ciento.
Nosotros, como judíos, somos una pieza clave para evitar el olvido de la historia, y debemos recordar que no podemos dejar que el odio y la ignorancia manejen el mundo, todos debemos recordar a la Shoá como un ejemplo de crueldad que puede llegar a gobernar. Ahora, el judaísmo hace un gran énfasis en la historia, en recordar, cómo nos dice la Torah:
“Recuerda los viejos tiempos, entiende los años de generación tras generación. Pregúntale a tu padre y él te contará, a los ancianos y te dirán” (Deuteronomio 32:7).
Tenemos la obligación de saber de nuestro pasado para entendernos, comprender de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos.
El principal objetivo de Hitler, era aniquilar de forma completa y permanente al pueblo judío, y como lo dice Sigmund, los sobrevivientes lograron salir victoriosos. Porque rehicieron sus vidas desde las cenizas y construyeron un Estado judío, Israel.